Pedro sabía que podía entrar, al menos creyó como lograrlo,
siempre soñó encontrar la forma, aunque muchos los creíamos loco, tal vez por
eso nos contaba poco, pero él tenía la certeza que se podía lograr, de todos nosotros,
yo era el único, que a pesar de no creer, tenia esperanza de estar equivocado.
Cuando chicos pedro era mi mejor amigo, aunque con el tiempo nos habíamos distanciados, siempre recuerdo nuestra infancia.
Hacia años que venía en algo raro, cada vez más convencido
que estaba a punto de lograr al que para la mayoría solo sería una idea
infantil y ridícula.
Los últimos meses ya nadie lo veía recuerdo haberme comunicado varias veces, en las cuales la mayoría de las veces hablaba sobre temas que no lograba entender, perdido en sus pensamientos.
Recuerdo a su tío Jorge, había llegado de Catamarca a pasar unos meses, mi
amor por la lectura arranco ese verano en que nos daba libros y nos contaba
historias, nosotros creíamos todo lo que decía.
Hoy tal vez lo digo porque estoy intentando justificar mi
accionar que parece errado y loco. Siento estar
entrando a un lugar solo relatado en libros, siento algo diferente
en el ambiente, de a poco entendiendo los pasos a seguir.
Supongo que fui yo el único que lo entendió, y tenía sentido
que sea yo a quien esa noche me llamo, eran las dos de la mañana, era tarde pero no estaba dormido, aunque estaba eufórico lo entendí mejor que nunca, casi no
me dejo hablar, me explico de todo en un monologo de quince minutos, estaba
encantado con la conversación, solo había estado igual de fascinado en un campamento
que hicimos Pedro, Jorge y yo, donde más fui feliz. Pero sentí vergüenza, creí
que ya no estaba para cuentos de chicos al lado de un fogón, lo detuve y le
dije que se calme que al otro día hablamos. Esa fue la última vez que alguien
supo algo de él.
Ayer, unos tres años después de aquella llamada, llegue acá
Golden Kanas, China. Antes no sabía la existencia de este lugar, es increíble aunque hace mucho frió, luego de un colectivo y caminar un tiempo llego al bosque,
parece sentirse que estoy donde me corresponde.
A los meses de no saber nada de Pedro, un día aparece en mi
puerta un abogado, para darme unos sobres y firmar muchos papeles, cuando los
abro me encuentro un libro pequeño escrito a mano, no lo leí de inmediato,
espere hasta la noche a que las chicas y mi mujer se queden dormidas, empecé a
leerlo para darme cuenta que había pasado toda la noche fascinado leyendo,
termine de leer arme el bolso estaba decidido a partir al otro día.
No quiero apurarme, llevo acostado una hora, un lugar incomparable,
quiero darme tiempo, sentirme parte de esto y descansar, salirme del mundo por
un momento, mirar las montañas, ver lo lagos, siento las ganas de quedarme
indefinidamente.
No fue fácil llegar, explicar por qué razón lógica me voy
tan lejos. No sin más de una pelea con mi mujer. Me vine hasta China por no
haber ido esa noche, el me llamo a mi, confió en mi para algo y yo no lo deje
que me explique bien. Hoy hacer lo que por años había intentado, si es que no lo había
logrado, me pareció que era una forma de honrarlo.
Ahora es tiempo de continuar, abro el libro me aventuro un
poco más a recordar los pasos a seguir, el sol traspasa entre los arboles hace
el busque un lugar del cual me olvido de todo, y hasta al fin encuentro una luz
que enceguece todo lo que veo, pero siento que pedro tuvo razón todo el tiempo.
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